Resumen:
En  los  últimos  años,  ha  crecido  el  interés  del  eje  intestino-pulmón  en  el 
mantenimiento de la homeostasis inmunitaria. Este eje implica una regulación cruzada entre 
la microbiota intestinal y la pulmonar, impactando a su vez sobre el sistema inmune. En este 
trabajo final de grado comenzamos a explorar el eje intestino-pulmón en el contexto de dos 
infecciones bacterianas de relevancia epidemiológica: la Tuberculosis y la infección por 
Clostridioides difficile (CDI). 
La Tuberculosis se remonta a tiempos ancestrales, pero no constituye un problema 
del pasado ya que millones de personas contraen la infección y mueren de Tuberculosis 
cada año. Por su parte, la CDI es la causa más común de diarrea infecciosa nosocomial y 
generalmente  se  desarrolla  luego  del  uso  de  antibióticos  que  provocan  disbiosis  de  la 
microbiota intestinal. Teniendo en cuenta que la disbiosis intestinal ha sido implicada en 
numerosas infecciones respiratorias, que puede alterar la función del sistema inmune en 
sitios distales y favorecer el desarrollo de microorganismos patogénicos como C. difficile, 
consideramos que el estado del microbioma podría ser un factor importante en el desarrollo 
de la infección por Mycobacterium tuberculosis. En este trabajo abordamos 3 objetivos 
principales que incluyeron el análisis de pacientes y el uso de modelos in vitro e in vivo con 
el fin de evaluar el impacto de la disbiosis intestinal y de la CDI en la estructura del pulmón 
y la función endocítica de los macrófagos frente a M. tuberculosis. 
En primer lugar, hemos caracterizado clínica y demográficamente una población de 
249 pacientes con sospecha de CDI provenientes de distintos centros de salud del Noroeste 
de la provincia de Buenos Aires. Los reportes epidemiológicos de la CDI en Argentina son 
escasos y heterogéneos. Con el desarrollo de este objetivo encontramos que el 21.29% de 
los pacientes con diarrea presentaban a C. difficile como agente causal y que más del 80% 
de los casos estaban infectados con cepas toxigénicas.  
Además, determinamos factores de riesgo y los comparamos con los reportados en 
otras poblaciones alrededor del mundo mediante un meta-análisis. Tanto la edad avanzada 
(más de 67 años), como la utilización previa de antibióticos, la hospitalización previa y 
episodios previos de CDI pueden ser considerados como factores de riesgo en nuestra 
cohorte  de  estudio.  Más  aun,  parámetros  sanguíneos  como  un  número  elevado  de 
leucocitos  y  plaquetas,  un  recuento  disminuido  de  basófilos  y  una  concentración 
incrementada de urea podrían ser implementados como nuevos indicadores de CDI. Como 
resultado del meta-análisis realizado con 40 estudios independientes, pudimos determinar 
parámetros  que  coinciden  a  nivel  global  con  nuestro  estudio,  destacándose  la  edad 
avanzada, el consumo previo de antibióticos y la internación previa como predictores de 
riesgo y el recuento leucocitario como indicador de la CDI. 
En segunda instancia, se realizaron ensayos in vitro en macrófagos derivados de 
monocitos obtenidos de dadores sanos, los cuales fueron pre - entrenados con C. difficile, 
y posteriormente desafiados con M. tuberculosis. Se evaluó la capacidad endocítica, así 
como la viabilidad y expresión de SLAMF1, un sensor microbiológico de M. tuberculosis. La 
finalidad de este objetivo fue realizar un primer acercamiento al entendimiento de cómo la 
infección intestinal por C. difficile puede impactar en la respuesta de los macrófagos durante 
la  Tuberculosis.  Logramos  la  puesta  a  punto  del  modelo  de  entrenamiento  de  los 
macrófagos con C. difficile y encontramos que la endocitosis de esta bacteria se mantiene 
estable  a  través  del  tiempo  (niveles  similares  de  internalización  al  día  1,  2,  5  y  7  de 
exposición a C. difficile). Sin embargo, luego del entrenamiento, la capacidad endocítica 
frente a M. tuberculosis cambia. Por un lado, la internalización exclusiva de M. tuberculosis 
(células  que  solo  endocitan  a  M.  tuberculosis)  aumenta  cuando  los  macrófagos  se 
expusieron  por  tiempos  prolongados  a  C.  difficile,  indicando  una  especialización  de  la 
función endocítica.  
Por el otro, la internalización de M. tuberculosis se reduce cuando los macrófagos 
entrenados con C. difficile se enfrentan a M. tuberculosis por tiempos más prolongados. 
También encontramos que C. difficile es capaz de inhibir la expresión de SLAMF1 en la 
superficie de los macrófagos, lo cual podría estar implicado en los resultados anteriores. 
Por  último,  observamos  que  los  macrófagos  forman  puentes  citoplasmáticos  y 
agrupaciones  de  células  en presencia  de  M.  tuberculosis,  lo  que  se  interrumpe  con el 
entrenamiento con C. difficile. 
Finalmente, se llevaron a cabo ensayos in vivo en un modelo murino de disbiosis y 
de infección primaria por C. difficile. Encontramos que la disbiosis intestinal promueve el 
daño en el ciego y el colon caracterizado por la infiltración mixta leucocitaria, la formación 
de nódulos linfáticos y edema de la submucosa. La CDI agravó la histopatología del colon 
durante la etapa aguda de la infección. Si bien los ratones se recuperaron y dejaron de 
presentar síntomas clínicos como diarrea luego de esta etapa, el daño a nivel intestinal se 
mantuvo y siempre fue mayor en el ciego. A nivel del pulmón, tanto la disbiosis intestinal 
como  el  establecimiento  de  la  CDI  inducen  cambios  estructurales.  Observamos 
modificaciones en el área que ocupan los tabiques alveolares, la longitud de los tabiques, 
el número de ramificaciones, el tamaño de los alveolos y la complejidad del parénquima 
pulmonar. 
En conclusión, nuestros resultados demuestran la relevancia epidemiológica de la 
CDI en nuestra región y aportan información relevante para el estudio de esta infección en 
nuestro país. Por otro lado, nuestros resultados indican que tanto la disbiosis intestinal 
como  la  infección  por  C.  difficile  localizada  en  el  intestino  producen  cambios  en  sitios 
distales como el pulmón y en los macrófagos, células especializadas en el reconocimiento 
de  M.  tuberculosis.  Estos  hallazgos  destacan  el  papel  del  eje  intestino-pulmón  en  el desarrollo de la CDI y de la Tuberculosis.
Este trabajo nos permitió establecer un punto de partida a partir del cual podremos 
profundizar  en  las  respuestas  inmunes  innatas,  mecanismos  celulares  y  mediadores 
implicados en el eje establecido por C. difficile y M. tuberculosis.